PULSO
Eduardo Meraz
La transfiguración morenista sublimó las ganancias de la minoría rapaz y las prácticas políticas de antaño. Así, los mexicanos pasamos del dominio de la “mafia del poder” a la “infamia del poder” del cuatroteísmo, donde el presidente palaciego se solaza en sus mentiras a costa de la dignidad de las personas y el dinero de los contribuyentes.
El más reciente ejemplo del comportamiento malvado del ejecutivo federal es el abyecto ataque de este día al periodista Ciro Gómez Leyva y el regaño -para decirlo de manera suave- a los dueños de Imagen Televisión y Grupo Fórmula, por no plegarse a su voluntad.
Pero no es el único acto de ruindad del presidente totalmente Palacio Nacional. Su actitud visceral es la constante de su gobierno hacia quienes -personas o grupos- difieren de sus criterios y puntos de vista. Así lo han padecido, otros periodistas, los padres de los niños con cáncer, líderes de derechos humanos, las madres buscadoras, los deudos y víctimas de la violencia o la pandemia, los médicos, opositores y un larguísimo etcétera.
Sentirse tocado por una mano divina, como si México fuera su reinado y pudiera disponer de la gente y sus recursos a su antojo, ha llevado al mandatario a tal desvarío de creer que él es el Estado, la ley, y sus ocurrencias y caprichos deben concretarse al precio que sea.
Sin embargo, existen testimonios de sus engaños. Dijo que: la economía mexicana crecería seis por ciento anual en promedio; el Covid era menos peligroso que la influenza; los militares regresarían a sus cuarteles; no se derribaría ningún árbol para construir el Tren Maya; el crimen organizado se volvería bueno; reduciría los homicidios dolosos; no endeudaría al país; respetaría las decisiones del poder judicial; acabaría con la corrupción, el nepotismo, amiguismo e influyentismo, entre los más relevantes.
Ninguno de esos compromisos ha podido hacerlos realidad y, por lo visto, no los cumplirá, por lo cual se seguirá escudando, con mayor vehemencia e indignidad en atacar y criticar a sus adversarios desde su teatro en atril mañanero.
Es probable que ante el juicio ciudadano busque dar golpes espectaculares al final de su administración, por lo cual no debe extrañarnos si en algún momento este sexenio termina en forma similar al de otro López, Portillo, con tal de salvar la continuidad de su proyecto.
Existen dos claros síntomas de la abyección presidencial: el paralelismo entre la diversificación de actividades de las fuerzas armadas, con las realizadas por el crimen organizado. A mayor participación económica de los militares, aumento en la acción recaudadora del crimen organizado (secuestros, derecho de piso), para suplir las pérdidas presentes y futuras del narcotráfico, con la complacencia oficial.
Por otro lado, el dinamismo expropiador ejercido en el gobierno cuatroteísta, sobre todo en el último año, habla de sus apetitos estatistas y por apropiarse de bienes muebles e inmuebles para beneficiar a un reducido círculo, a la minoría rapaz con la cual se siente complacido y protegido.
En seis meses se conocerá quién sustituye al habitante temporal del palacete, y en nueve meses -si no es que antes- empezará a ser juzgado con crudeza, al pasar a formar parte del pasado ominoso.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Ante la inminente “movilidad” de diputados y senadores, para competir por la reelección o un nuevo cargo, el presidente enviara al Congreso dos reformas; una electoral y otra del poder judicial, con lo cual pretende concretar su plan C, a fin de obtener el mayor número de puestos en disputa en junio próximo.
@Edumermo