Home > Sin categoría > Médico tehuacanense huye tras implicarse de la muerte de Socorro Romero Sánchez

Médico tehuacanense huye tras implicarse de la muerte de Socorro Romero Sánchez

///
Comments are Off

 

*Ni rastro de Guillermo Ulises González Hernández

En el ombligo de la semana te contamos ¿Quién es el médico Ulises González Hernández? ¿Cuáles fueron sus principales errores? Y ¿Dónde se encuentra en este momento?

Guillermo Ulises González Hernández fue llamado por la familia de Socorrito Romero para que ayudara a la empresaria a mitigar el fuerte dolor físico que le provocaba el horrible cáncer que padecía. Así escomo en 2009 aparece en la escena del sonado caso el médico Ulises.

En aquél entonces el médico oncólogo que atendía a Socorro Romero residía en la Ciudad de México, donde la atendía mediante previas citas para monitorear su proceso. Debido a la lejanía del médico, la opción fue llamar al médico local.

Por muchos años el médico laboró en la empresa del marido de María Elvira Romero Celis, Alfonso Fernández Santiago. A este médico “de confianza” se recurrió.

Cabe recordar que María Estela Romero Celis rompió completamente relaciones con su familia materna a partir del pleito legal que sostuvieron a partir de la demanda de Elvira para recibir dinero de la herencia.

A 11 años de la muerte de Socorrito, la diputada y sus aliados, entre ellas, María Elvira Romero Celis, buscaron la forma de sostener el juicio de nulidad del testamento. Por ello recurrieron al testamento del médico Ulises.

La pregunta es ¿Cómo lograron que el médico aceptara firmar lo que, a todas luces, era una auto condena? ¿A caso el inocente no se percató de lo que implicaban su carta? ¿O cuánto dinero recibió para culparse?

Parece que esa tercera opción es la más lógica porque actualmente nadie sabe el paradero del médico. Huyó sin dejar rastro alguno. Antes de que la justicia lo implicara salió con rumbo desconocido. Aún hoy se le busca para que comparezca en el juicio intestamentario., sin éxito alguno. Más vale aquí corrió, que aquí quedó…