Las ONGs, quienes también con financiamientos externos realizan estudios y con conocimiento y conciencia, estudian, analizan muy bien las causas y tipos de industria de contaminación; como son los combustibles fósiles y también en grandes niveles los pesticidas y la contaminación con productos químicos; así como la deforestación, los desechos industriales y domésticos; los altos índices de producción de basura; así también como las que menos contaminan, pero se exhiben con las empresas e industrias productivas más débiles que en menos proporción contaminan.
No cabe duda que siendo la contaminación del suelo, la alteración de la superficie terrestre con sustancias químicas que resultan perjudiciales para la vida en distinta medida, poniendo en peligro los ecosistemas y también nuestra salud; se ha convertido para muchas ONGs un botín, un business, un gran negocio con industrias internacionales y con algunas nacionales para sus supervivencias y rentabilidad.
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Vemos que hay quienes crean estas organizaciones para beneficiarse en lo personal con parientes, amigos, grupos de intereses; usan como tapadera para negocios ilícitos y hasta para “presunto lavado de dinero”. Esto viene a cuento porque recientemente han surgido acusaciones contra algunas de esas organizaciones, tanto extranjeras como mexicanas.
En México, de las 35 mil organizaciones civiles, sólo mil son de tipo ambientalista, según cifras del Instituto Nacional de Ecología de la SEMARNAT. De hecho, cerca del 52% de los millonarios y empresas corporativas millonarias hace donaciones filantrópicas.
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Y todos se involucran en temas como cambio climático, restauración ecológica, biodiversidad, educación ambiental y hasta tienen programas de voluntariado empresarial.
Ser una organización que procura el cuidado del medio ambiente es una gran responsabilidad, ya que es la primera arma que hace frente a cualquier amenaza que ponga en riesgo algún ecosistema. La mayoría de estas sociedades se encuentran desvinculadas de los gobiernos; aunque algunas dependen de diversas instituciones y se catalogan como sociedades civiles. La misión de ellas es simple: conservar al desarrollo de la convivencia entre la sociedad y la naturaleza; pero pierden el rumbo y objetivos; desvinculándose de sus fines y principios de una autentica organización civil o fundación.
Las acciones de cada organización varían, cada una a conveniencia crea supuestamente la conciencia medioambiental. Greenpeace México, mediante la denuncia, ha señalado y exigido corrección en las irregularidades gubernamentales y privadas que afectan al medio ambiente; pero exhibida por su perversas campañas y manipulación. El CEMDA, cuyo eje fundamental de trabajo es el fortalecimiento, consolidación, armonización, aplicación y cumplimiento efectivo del sistema jurídico-ambiental vigente. Actúa a nivel tanto rural como urbano y de alcance local, municipal, estatal, regional, nacional e incluso internacional, pero a conveniencia.
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Así como el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (FMCN)- financia y fortalece acciones y proyectos para conservar el patrimonio natural de México; es uno de los fondos ambientales más grandes y efectivos de América Latina. La OMCA, para contribuir a la conservación de los recursos naturales; busca por medio de sus actividades la mejora de las políticas públicas. WWF México, Fundada en Suiza en 1961, lleva presente en México desde 1990 y es considerada como la organización líder de la conservación mundial. ONGs, Interesadas en todos los temas de conservación ambiental, pero con fines lucrativos.
Así pues, el fenómeno de la contaminación es tan complejo y de intereses; pero no por eso no se van a revelar y denunciar los principales problemas del medio ambiente, entre los que podemos destacar después de las industrias energéticas; son la contaminación con los pesticidas y la contaminación con productos químicos; productos que se usan en la agricultura y en la industria convencional; liberan enormes cantidades de gases de efecto invernadero, que son causantes directos del deterioro de la capa de ozono y del cambio climático.
También perjudican el estado de los suelos destinados al cultivo y las fuentes de agua. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud señala el riesgo del uso de sustancias químicas como los plaguicidas; debido a su capacidad de permanecer en el agua y el suelo durante años. Pero también resalta que pueden resultar tóxicos para el ser humano.
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A esto le sumamos los combustibles fósiles, la excesiva explotación del carbón, el petróleo y el gas natural; todos generan altos índices de contaminación, no solo en el aire sino en los entornos en donde se extraen tales recursos. Hasta la fecha, ninguna convención internacional ha logrado trazar un límite claro entre el desarrollo sostenible y el cuidado de la Tierra.
Sin embargo, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU sí ponen el foco en esta cuestión: fomentar un desarrollo que no ponga en peligro los recursos ni el bienestar de las generaciones venideras. Razones y vacíos en este tema de la contaminación que es coyuntural para las ONGs; con sus banderas de “salvar el medio ambiente”, pero lamentablemente lo usan con otros fines y una defensa inducida y manipulada.
Por otra parte, la deforestación de los árboles ayudan a purificar el aire. Sin embargo, en las últimas décadas estamos viendo la desaparición de cientos de selvas, manglares, y bosques; como el tema del tren maya y la refinería, proyectos que sí afectan y trae enfrascado al gobierno de AMLO con seudo ambientalistas; ambos por sus intereses no logran un punto de acuerdo. Ante este panorama, los efectos de los gases que se encuentran en el aire son más notorios y pueden causar graves enfermedades para las especies terrestres.
Así también, los desechos industriales y domésticos; el consumo masivo promueve procesos industriales en cadena que pasan por alto la protección del medio ambiente. Los desechos que se generan tras estos procesos son una de las principales causas de la contaminación; al igual los altos índices de producción de basura. Nuestras sociedades se caracterizan por el alto consumo de bienes, lo cual genera a su vez un alto nivel de residuos. Cuantos más sean, mayores daños causarán a la Tierra. De ahí la importancia de su selección.
Cabe destacar la letalidad en la contaminación de los pesticidas, plaguicidas, herbicidas y biocidas. Atendiendo a las definiciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y su Glosario de términos fitosanitarios (1,2), y de la Organización Mundial de la Salud (OMS); un pesticida, o plaguicida, es una sustancia o mezcla de sustancias destinada a prevenir la acción o directamente combatir una plaga; incluidas especies indeseadas de plantas o animales, o que pueda administrarse a estos para combatir ectoparásitos (pulgas, garrapatas, piojos, ácaros, entre otros); durante la producción, almacenamiento, transporte y distribución de productos agrícolas y sus derivados.
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Los herbicidas son productos fitosanitarios específicamente empleados para eliminar especies indeseadas de plantas, lo que comúnmente conocemos como «malas hierbas». Actúan interfiriendo en su crecimiento. Los biocidas son sustancias químicas de origen natural o sintético o microorganismos utilizados para impedir la acción, contrarrestar o neutralizar organismos considerados nocivos para la salud pública y la agricultura, es decir, plagas; estos son las mencionadas malas hierbas (herbicidas), insectos (insecticidas), ácaros (acaricidas), moluscos (molusquicidas), roedores (rodenticidas), hongos (fungicidas) y bacterias (bactericidas y antibióticos).
Los pesticidas o plaguicidas son responsables de millones de casos de envenenamiento cada año, algunos de los cuales derivan en cuadros de intoxicación aguda que llegan a provocar la muerte. Una persona puede estar expuesta a elevados niveles de plaguicidas en el lugar de trabajo, por ingesta directa de la sustancia o a través de los alimentos, o por contacto con el suelo, el agua o el aire contaminados. El gran problema de los pesticidas es que, se sacan al mercado y tras varios años o décadas utilizándose se retiran (en el mejor de los casos) porque se ha comprobado que ocasionan daños a la salud humana.
El uso de pesticidas conlleva una serie de problemas para el medioambiente, tales como la contaminación del suelo y el agua; así como contaminación atmosférica por contaminantes orgánicos persistentes (COPs). Empobrecimiento del suelo de cultivo, Bioacumulación, o acumulación en organismos vivos, Aparición de súper plagas, Reducción de la biodiversidad.
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En lo referente a la salud humana, los principales riesgos de los pesticidas son: Defectos de nacimiento, aparición de cáncer, afecciones del sistema nervioso y el sistema endocrino. Así como la propagación e inicio de la enfermedad de Parkinson (EP) (3) y enfermedades crónicas.
Los campos mexicanos consumen Plaguicidas de alta peligrosidad consumen y dañan nuestra salud En nuestro país está autorizado el uso de 183 plaguicidas considerados como altamente peligrosos; que se han usado en 57% de las unidades de producción agrícola entre 2014 y 2019.
España es el país europeo que más pesticidas emplea, superando las 40.000 toneladas anuales. Y los alimentos que se producen con estos plaguicidas conservan restos, de hecho, un informe (5) elaborado por Ecologistas en acción encontró restos de más de 30 pesticidas disruptores endocrinos en los alimentos analizados.
El principio activo que contienen la mayoría de los herbicidas es el glifosato. Los herbicidas no solo se utilizan en la agricultura convencional, además se utilizan herbicidas con glifosato en parques, jardines, bordes de aceras y de las carreteras.
Las empresas ganan millones vendiendo pesticidas peligrosos al mundo en desarrollo (y qué país de América Latina es líder mundial en su uso). Los pesticidas altamente peligrosos siguen siendo una importante fuente de ingresos para las principales industrias agroquímicas.
Aproximadamente un tercio de los pesticidas vendidos por las principales agroquímicas del mundo están clasificados como “altamente peligrosos”; tienen como principal destino a los países menos desarrollados, según una investigación.
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Según datos analizados por Unearthed -una organización periodística independiente (al servicio de Greenpeace)- en 2018 las ventas de este tipo de pesticidas generaron ganancias por el orden de los US$4.800 millones para las cinco principales empresas del sector.
Cuáles son las frutas y vegetales que tienen más residuos de pesticidas y cómo reducirlos; “Casi la mitad (41%) de los principales productos de los gigantes agroquímicos BASF, Bayer, Corteva, FMC y Syngenta contienen al menos un plaguicida altamente peligroso (HHP, por sus siglas en inglés)”, afirma Unearthed.
Y las ventas de estos productos representaron el 36% de todos los ingresos de estas cinco empresas, las que sin embargo disputan el análisis.
De hecho, la investigación encontró que, en promedio, solamente el 27% de los plaguicidas vendidos en los países desarrollados podían ser considerados como altamente peligrosos, y en países como Reino Unido la proporción se reduce al 11%.
En contraste, el 45% de los agroquímicos vendidos por los cinco grandes en países de ingreso bajo o medio entran dentro de esta categoría, y la cifra sube a 65% en el caso de Sudáfrica, 59% en India y 49% en Brasil.
Brasil es el país que más pesticidas compra en todo el mundo con compras por el orden de los US$3.300 millones solo en 2018, fundamentalmente para uso en cultivos de soja, maíz y algodón.
En América Latina se destacan, además Argentina, que en en el mismo año gastó US$229 millones -47% en HHP- y México, que invirtió US$115 millones, 42% en HHP.
Para su investigación Unearthed analizó los productos adquiridos por los 43 países que más pesticidas compran en mundo. Los cruzó con la lista más reciente de plaguicidas altamente peligrosos del Pesticide Action Network (PAN).
“Los criterios considerados por PAN son a menudo criterios ambientales que aún no están acordados ni respaldados (por la FAO y la OMS)”; explicó Christoph Neumann, director de regulación internacional de Crop Life; el influyente grupo de lobby integrado por las cinco empresas señaladas más la japonesa Sumitomo.
CropLife también ha argumentado en el pasado que los HHP son una “herramienta importante para luchar contra la pérdida de cosechas” y un importante último recurso para “producir suficientes alimentos para una población en crecimiento”.
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El grupo también sostiene que la mayoría de los HHP vendidos en los países en desarrollo no son fabricados por sus miembros; quienes también han “liderado con el ejemplo” con medidas como capacitar a millones de personas en técnicas de reducción de riesgos.
Pero Baskut Tuncak, el relator especial de Naciones Unidas para sustancias tóxicas y derechos humanos, rechazó la idea de que los riesgos planteados por los HHP puedan gestionarse de manera segura.
“Estamos en medio de una explosión invisible en el uso de pesticidas en países de bajos y medianos ingresos que están mal equipados para manejar tales peligros”, le dijo Tuncak a Unearthed.
¿Qué son los HHP?: La Organización Mundial de la Salud y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) definen los HHP como “plaguicidas reconocidos por presentar niveles particularmente altos de peligros agudos o crónicos para la salud o el medio ambiente según los sistemas de clasificación internacionalmente aceptados”.
Naciones Unidas, sin embargo, nunca han producido una lista de HHP; por lo que el Pesticide Action Network mantiene una basada en clasificaciones hechas por la OMS, la Agencia Europea de Químicos, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer y la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.
Y según esa lista, casi una cuarta parte de las ventas de los cinco grandes en 2018 correspondió a productos con pesticidas que ha sido vinculados a efectos sobre la salud humana (incluidos carcinógenos conocidos o presuntos), mientras que un 10% provino de pesticidas tóxicos para las abejas.
Según el análisis, otro 4% de las ventas fueron de productos químicos que son extremadamente tóxicos para los humanos.
Los principales culpables
Por volumen de ventas, entre los HHP identificados por la investigación de Unearthed se destaca al polémico glifosato, con ventas superiores a los US$1.000 millones en 2018.
El herbicida, desarrollado por Monsanto mucho antes de su adquisición por Bayer, ha sido identificado como un “posible cancerígeno” por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, una clasificación que sin embargo ha sido disputada por la empresa alemana y varias agencias reguladoras.
Entre los químicos que podrían representar peligros crónicos para la salud también se destacan el glufosinato, un herbicida producido por BASF. El fungicida ciproconazol de Corteva, a los que los reguladores de la UE han clasificado como perjudiciales para los fetos, la fertilidad y la función sexual.
La empresa también suiza Sygenta es la principal vendedora de pesticidas clasificados como altamente tóxicos por la OMS.
Entre estos productos se destaca el paraquat, un herbicida tan tóxico que un solo sorbo del mismo puede ser letal. Esta ya ha sido prohibido en la misma Suiza y la UE. Importante que las ONGs, se quiten las máscaras y vuelvan a sus objetivos al cuidado del medio ambiente; y dejen de servir a los intereses de corporativos internacionales y a empresas transnacionales que producen los productos químicos que dañan gravemente la tierra y al ser humano.