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¿Niños “traviesos” o con TDAH?

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● En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, entre el 5 y 6% de la población entre seis y 15 años padecen TDAH, esto supone alrededor de 1 millón 600 mil niños y niñas, de los cuáles sólo el 8% está diagnosticado y tratado.

Quienes ya superamos las cuatro o cinco décadas de edad, seguramente recordaremos, en carne propia o en la de amigos o compañeros de escuela, al niño inquieto, que subía, bajaba, difícil de sentar, controlar y de tener en un solo lugar por más de dos minutos. Muchos de ellos seguramente tenían el ahora conocido como Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), y no lo sabían.
“El TDAH es un padecimiento mental que conjunta una serie de problemas persistentes, como es la dificultad para prestar atención, la conducta impulsiva y, claro está, la hiperactividad. De no atenderse este problema a tiempo, en la niñez, ya de adultos conlleva a relaciones inestables, mal desempeño en el trabajo o en la escuela, baja autoestima y otras características mal evaluadas socialmente”, expresó el doctor Luis Emilio Fonseca Espinosa, neuropediatra, con una experiencia de tres lustros en el ejercicio de su profesión.
Muchos de los síntomas del TDAH comienzan en la primera infancia y continúan a lo largo de la vida. Como se dijo antes, anteriormente este trastorno ni siquiera se diagnosticaba, pero todos fuimos testigos del niño incontrolable que se la pasaba en la Dirección de la escuela, o bien, trepando muros y colgándose de las lámparas, literalmente.
Al respecto, el doctor Fonseca Espinosa expresó: “El TDAH es una afección de la niñez, adolescencia y vida adulta. Es menos frecuente en el adulto, porque es un problema del desarrollo. Por razones obvias, los niños y adolescentes necesitan más apoyo de sus padres, maestros y, claro, también de los médicos. Este trastorno es más frecuente en los varones.”
Así es, el TDAH no se diagnosticaba como ahora, por lo cual muchos crecieron hasta ser adultos sin conocer de su padecimiento. Es un trastorno crónico que afecta a millones de niños en todo el mundo y, más a menudo de lo que nos gustaría reconocer, continúa en la edad adulta.
El TDAH incluye una combinación de problemas persistentes, tales como dificultad para mantener la atención, hiperactividad y comportamiento impulsivo. En los seres humanos adultos la hiperactividad puede llegar a disminuir, pero también todos conocemos a los seres humanos impulsivos, la inquietud en ciertas situaciones, como filas y salas de espera, además de la dificultad para prestar atención, por ejemplo, en juntas de trabajo. Algunos nunca superan al 100% sus
síntomas de TDAH, pero pueden aprender estrategias para sobrellevarla.
Pero no todo acaba ahí, por lo regular los niños con TDAH también pueden tener dificultades adicionales, producto de la misma afección, como es la baja autoestima (la cual crece por los prejuicios de muchos adultos, los regaños y comparaciones constantes), las relaciones uno a uno problemáticas y, claro está, el bajo rendimiento escolar.


Los síntomas
Casi siempre las características más notables del TDAH van desde la falta de atención hasta el comportamiento hiperactivo-impulsivo. Los síntomas comienzan antes de los 12 años y, en algunos niños, se notan a partir de los tres años. Las manifestaciones pueden ser leves, moderadas o graves,
y pueden continuar hasta la edad adulta.
Como se dijo antes, el TDAH ocurre con más frecuencia en los hombres y, por tanto, el comportamiento es diferente en varones y en niñas. Un ejemplo de lo anterior es que los niños pueden ser más hiperactivos y las niñas tienden a ser menos atentas.
Pero todo se origina desde la gestación, añade el doctor Fonseca Espinosa: “Hay varias causales para el TDAH, como la parte genética -está demostrado que hasta 80% proviene de la herencia familiar-, además de bajo peso al nacer, deficiencia de hierro y sufrimiento perinatal, aunque en menor cuantía, pero lo principal es la herencia genética”.
Sin embargo, es necesario precisar que la mayoría de los niños sanos no prestan atención, o bien, son hiperactivos o impulsivos en algún momento. Así, los niños en edad preescolar tienen casi siempre períodos de atención cortos y, por tanto, no pueden seguir haciendo una actividad por mucho tiempo. Incluso, en niños mayores y adolescentes, el lapso de atención depende del nivel de interés.
Algo similar ocurre con la hiperactividad, dado que los niños pequeños son activos por naturaleza; por lo cual, para la mayoría parecen incansables, aun cuando sus padres ya están sin pila. Además, como suele suceder, algunos pequeños tienen un nivel de actividad más alto que otros. No es aconsejable diagnosticar a un niño con TDAH solo porque es diferente a quienes le rodean.
Un consejo para los padres, con el fin de que estén alertas sobre la posibilidad de que el niño o niña tenga este trastorno son los siguientes: “Son distraídos, hiperactivos e impulsivos. Cuando estas características se vuelven un problema o provocan disfunción en la vida del infante es cuando conviene acudir al consejo médico, con el fin de hacer el diagnóstico correspondiente”, dice el doctor Fonseca Espinosa.
Es importante mencionar que el laboratorio CORNE, laboratorio farmacéutico de origen mexicano que ofrece medicamentos para padecimientos neurológicos y psiquiátricos, pone a disposición de los pacientes y familiares algunos grupos de apoyo, como el de Hablemos de TDAH, en Facebook, con el fin de ofrecer toda la información disponible, además de que se sientan acompañados durante el tratamiento de este trastorno de la conducta.

Características de niño con TDAH:
Un niño o niña que manifiesta síntomas de hiperactividad e impulsividad puede presentar las siguientes características:
● Es muy inquieto y parece incapaz de permanecer sentado.
● Es casi imposible que permanezca sentado en su asiento en el aula.
● Siempre está en constante movimiento.
● Por lo regular camina o corre de un lado a otro.
● Trepa en muebles y hasta en situaciones no apropiadas o incluso peligrosas.
● No es propio para los juegos o actividades tranquilas.
● Habla demasiado todo el tiempo.
● Da respuestas a bote pronto.
● Interrumpe sin cesar a los demás.
● Esperar su turno es algo casi imposible.
● Se siente mal porque todo el mundo le llama la atención.

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