- La extitular del Instituto Mexicano de la Radio fomentó y avaló que directores de diversas áreas, entre ellas Noticias, Jurídica, Producción, Ingeniería y Recursos Humanos abusaran de su poder e instrumentaran actos violatorios a los derechos humanos y acoso laboral en contra de los trabajadores.
Aquella frase popular que reza “El de atrás paga” no puede estar mejor aplicada hoy por hoy en el Instituto Mexicano de la Radio (IMER), que pasó de ser un referente de la radio pública imparcial, equilibrada y sin sesgos políticos a un instrumento de propaganda y sumisión del gobierno en turno.
Lamentable así queda el IMER tras la salida de Aleida Calleja, quien fuera su directora durante 5 años. Se convirtió en una entidad pública vieja, ultrajada y en ruinas, debido a su limitada visión, y su retórica sin acción, dejando al Instituto pendiendo de alfileres, sin credibilidad y sin audiencias.
Por desgracia para el IMER y sus trabajadores Calleja Gutiérrez nunca amplió sus horizontes, ni quiso ver más allá y se quedó con las sombras de un conocimiento básico sobre radio comunitaria e indígena.
Desde esta miopía se le hizo extraño que sus trabajadores tuvieran prestaciones y apenas un salario mínimo profesional, por lo que de manera mezquina, tóxica y egoísta no permitió la sindicalización y la superación económica de las y los empleados.
La exdirectora y “activista” incluso burló sus propios principios y violentó una y otra vez lo que públicamente decía que defendía: los derechos humanos y la transparencia. En cuanto pudo generó un ambiente de terrorismo laboral en el IMER.
Aleida Calleja arribó al cargo en 2019 en medio de un escándalo por la salida de trabajadores de honorarios ante la falta de presupuesto. Sin pena ni gloria, se fue hace unos días, llevando a cuestas una serie de despidos injustificados, juicios laborales y diversas opacidades en su gestión.
Si no es así ¿cómo explica que trabajadores con trayectorias intachables de más de 20 ó 30 años de servicio hayan sido humillados y despedidos sin justificación? ¿Cómo explica que tuviera directivos en el área de Noticias, como Elia Soledad Baltazar González, sin titulación y que asumiera el cargo como pasante?
(Por cierto, Baltazar González, quien hoy ocupa un cargo en el área de Comunicación Social del Instituto Nacional Electoral, hasta la salida de Calleja siguió dando instrucciones y sometiendo al actual director de Noticias del IMER, Alberto Najar)
¿Cómo explica Aleida Calleja que haya fomentado y avalado el acoso laboral y la discriminación a una serie de trabajadores y trabajadoras que solo buscaban el bien y avance del IMER?
¿Cómo explica Calleja la adquisición de equipo técnico obsoleto o sin capacitación para los ingenieros? ¿Cómo explica que se hayan plagiado contenidos de otros medios para que salieran al aire en distintas estaciones del IMER?
“El de atrás paga” evidencia lo que las últimas administraciones en IMER heredan al recién llegado titular Fernando Chamizo Guerrero, con un vasto e insultante cúmulo de quejas, demandas y anomalías.
Y es que se encuentran sin resolver desde hace años innumerables quejas y procesos legales no solo en tribunales laborales, sino en las secretarías del Trabajo, la Función Pública, en la Fiscalía General de la República y en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos; así como en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados.
Legisladores de todos los partidos políticos, incluidos los de Morena fueron informados y alertados por trabajadores del IMER sobre manejo discrecional de recursos e insumos en el Instituto. Se les reveló puntualmente de los recurrentes abusos de autoridad, tráfico de plazas e imposición de cargos públicos.
Con Aleida Calleja los trabajadores estuvieron sometidos a humillaciones y amagos laborales. La funcionaria promovió el servilismo y cometió constantes atropellos, además de propiciar acciones de nepotismo, tráfico de influencias y usurpación.
Junto con la titular de la Unidad Jurídica, Adriana Belén Jiménez Islas; Alejandro Ordoño Pérez, director de Administración y Finanzas, y Elia Soledad Baltazar González orquestó maliciosamente decenas de despidos de manera frívola e insensible.
Todo ello se encuentra legal y formalmente documentado ante distintas autoridades donde se han presentado diversos procesos legales.
Aleida Calleja, quien busca colocarse ahora en la administración de Claudia Sheinbaum, incurrió en desacato, ya que pasó por alto el compromiso del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador de respetar la democracia laboral.
Solo por mezquindad durante la pandemia de covid 19 Calleja Gutiérrez despidió despiadadamente a mujeres que necesitaban trabajar, y se comportó con absoluta irresponsabilidad y sin empatía al evadir a los deudos de 12 trabajadores que murieron por la crisis sanitaria.
Tres muertes fueron provocadas como crímenes culposos, debido a que dichos trabajadores fueron obligados a laborar en desacato a las disposiciones de la Secretaría de Salud.
“El de atrás paga” representa en el IMER para sus directores y directoras, “yo hago y deshago y el que sigue que se encargue”.
Ahí está la gestión de Dolores Beistegui, quien vendió todos los inmuebles que pudo del IMER y hasta el momento se desconoce el destino de esos recursos.
Aunado a su frase favorita “somos pobres como ratas” para argumentar que no había recursos para aumentar salarios, pero sí para dar plazas jugosas a sus amigos y amigas.
Pasando por Ana Cecilia Terrazas con sus amagos, caprichos, acosos y despidos injustificados, acompañada de compinches como la directora de Producción, Maricruz Zamora, quien regresó al cargo con Calleja Gutiérrez.
Y qué decir de Carlos Lara, funcionario ludópata, que saqueo al IMER durante todas sus gestiones y en muchos momentos tenía largas ausencias para irse a jugar con sus asesores a Las Vegas o por gusto a Europa.
Lara Sumano representó en el IMER la peor versión del PRI y para colmo, junto con Mauclia Aldana Filigrana en el área de Noticias, maltrató y sobajó a los trabajadores.
El IMER ha tenido a directoras de área megalómanas como Nora Patricia Jara, quien despidió solo por filias y fobias a decenas de trabajadores de manera autoritaria y sin argumentos, los cuales desde hace casi diez años esperan una resolución en Tribunales ante las argucias legaloides del área Jurídica del IMER.
Por todos estos personajes, aunado a empleados serviles, agachones y aduladores sin escrúpulos que se encuentran en las sombras, el IMER está en plena decadencia y lastimado.
El reto para Fernando Chamizo Guerrero al frente del Instituto es grande, y de él se espera que con valor, inteligencia y empatía pueda encontrar una salida digna a las necesidades de un Instituto tan preciado para muchos de sus trabajadores.