La fallecida empresaria Socorro Romero Sánchez fue admirada en vida, y después de muerta, por su gran vocación de servicio a los más desprotegidos, sobre todo a las comunidades vulnerables como mujeres y niños. Su dedicada labor social la tiene muy cerca de los altares eclesiásticos. Y aunque los tehuacaneros y familiares la recuerden con gran cariño y agradecimiento, su imagen sigue siendo mancillada por el pleito hereditario que mantienen sus herederos legales y la hoy presidenta de Morena Puebla, Olga Lucía Romero Garci-Crespo.
Es realmente lamentable que una mujer de la estatura ética de la Señorita Socorrito Romero Sánchez siga en boca de propios y extraños, por los conflictos de terceros. Seguramente la filántropa no ha podido descansar en paz, gracias a la ambiciosa sobrina que de repente relama beneficios hereditarios, cuando ni siquiera veía a Socorrito en vida. Es vergonzoso que una mujer previsora y ordenada sufra por los vacíos legales y la corrupción que ha solapado a la presidenta de Morena Puebla, Mónica Caballero Garci-Crespo, su verdadero nombre Reimers.
La mancha que ha dejado la sobrina deja a Socorrito como una débil mujer que fue manipulada en contra de su voluntad por seres perversos, quienes realmente estuvieron junto a ella a lo largo de su vida. Por mucho discurso que la política morenista ensaye, y por mucho que quiera imitar el estilo sobrio y recatado de Socorrito, junto con la mala copia de su sencillo peinado, ahora todo México sabe que Olga Lucía Romero Sánchez o Mónica Caballero Garci-Crespo, no es más que una vulgar e impune proxeneta, a la que, más temprano que tarde, le llegará su merecido, es una realidad.