Vladimir Putin dio inicio a la invasión de Ucrania este jueves de madrugada, con bombardeos e incursiones terrestres de las tropas rusas en varios puntos del país, incluso cerca de la capital Kiev, en ataques que ya han causado decenas de muertos en tan solo horas.
El inicio de la invasión ha generado un aluvión de condenas y reacciones internacionales: los 27 miembros de la Unión Europea (UE) se reúnen este jueves y anunciarán nuevas sanciones para presionar y aislar a Moscú y la OTAN prevé un encuentro por videoconferencia el viernes.
Por su parte, Estados Unidos presentará este jueves un proyecto de resolución ante el Consejo de Seguridad de la ONU para condenar a Rusia por esta “guerra”.
Putin, que desde hace semanas había desplegado más de 150 mil militares en las fronteras con Ucrania, cruzó un punto de no retorno el jueves al amanecer.
“He tomado la decisión de una operación militar“, declaró el mandatario, tres días después de haber reconocido la independencia de las regiones separatistas del este de Ucrania y de haber obtenido el marco legal del Parlamento para una intervención militar.
Putin aseguró que no buscaba la “ocupación“, sino “una desmilitarización y una desnazificación” de Ucrania y defender a los rebeldes prorrusos del este del país.
Poco después de su discurso empezaron a escucharse explosiones en varias ciudades de Ucrania, desde Kiev hasta Járkov, su segunda ciudad en la frontera con Rusia, pero también en Odesa o Mariúpol, a orillas del mar Negro y el mar de Azov.
El ejército ruso aseguró que destruyó 74 instalaciones militares ucranianas, incluyendo 11 aeródromos, y que los separatistas del este de Ucrania están avanzando y tomando el control de territorios.
En Moscú, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que la ofensiva durará el tiempo que sea necesario, en función de sus “resultados” y consideró que la mayoría de los rusos van a apoyarla.
Las primeras bajas
En Ucrania, las autoridades rompieron relaciones diplomáticas con Moscú, compararon la Rusia de Putin con la Alemania nazi y prometieron defenderse, al tiempo que solicitaban ayuda internacional para que se fuerce a Moscú a respetar la paz.
El gobierno anunció que más de 40 soldados y una decena de civiles ucranianos murieron. Además, 18 personas fallecieron en un bombardeo contra una base militar de una localidad cercana al puerto ucraniano de Odesa, informaron autoridades locales.
Los guardias fronterizos ucranianos también admitieron que las tropas rusas penetraron desde Bielorrusia, en una región situada 150 kilómetros al norte de Kiev, para efectuar un ataque con misiles Grad contra objetivos militares.
También hubo otras incursiones terrestres por el sur en la península de Crimea, anexionada por Moscú en 2014. Bielorrusia, aliada del Kremlin, aseguró no estar participando en la ofensiva.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, anunció una ley marcial en todo el país, pero pidió a la población no entrar en pánico.
El mandatario también atizó el fantasma de la Segunda Guerra Mundial al comparar la invasión que sufre su país con la ofensiva nazi de 1941 contra Ucrania, entonces parte de la Unión Soviética.
“Las fuerzas ucranianas llevan a cabo encarnizados combates. El enemigo ha sufrido pérdidas importantes que serán aún más importantes”, garantizó, prometiendo “infligir el máximo de bajas” al agresor.
El ejército ucraniano aseguró haber matado a 50 ocupantes rusos y abatido cinco aviones y un helicóptero en el este del país.
Todas estas informaciones sobre víctimas son por ahora imposibles de verificar con fuentes independientes.
Las autoridades ucranianas también cerraron el espacio aéreo a la aviación civil por motivos de seguridad, mientras que Rusia cerró el transporte marítimo en el mar de Azov, que comunica ambos países.
“Preparé las bolsas y huí”
Rusia aseguró que los civiles de Ucrania “no tienen nada que temer“, pero en Kiev centenares de personas se precipitaron al metro para buscar refugio o la manera de salir de la ciudad.
“Me he despertado por el ruido de las bombas, preparé las bolsas y huí”, indicó a AFP María Kashkoska, de 29 años, en un estado de conmoción en el metro.
En medio de la noche, el tráfico de la capital era el propio de las hora punta. Vehículos llenos de familias buscaban salir de la ciudad, hacia el oeste, lo más lejos posible de la frontera rusa, situada a 400 km.
En Chuguev, cerca de Járkov, una mujer y su hijo lloraban a un hombre, muerto en un ataque de misiles, una de las primeras víctimas del ataque.
“Le había dicho que nos fuéramos”, repetía incansablemente el hijo, junto a los restos de un antiguo coche Lada y al cráter provocado por el proyectil caído entre dos inmuebles de cinco pisos.
En las carreteras del este de Ucrania, el ejército estaba omnipresente. Un portavoz de la Defensa civil indicó que se estaba evacuando a civiles pero que estas operaciones se vieron interrumpidas por los disparos y por la mala calidad de las comunicaciones.
En las calles de Moscú, también había habitantes que expresaban su inquietud y otros, el apoyo a Putin.
“No me alegro, estoy muy nervioso”, dijo Nikita Grushin, empresario de 34 años, afirmando que no tenía la menor idea de quién “tiene razón” en esta crisis.
“No voy a criticar una orden del comandante supremo. Si piensa que esto es necesario, es que debe hacerse”, manifestó por su parte Iván, ingeniero de 32 años.
“El día más triste”
Tras iniciarse la invasión, Biden condenó “el ataque no provocado e injustificado por parte de las fuerzas militares rusas” y aseguró que “el mundo hará responsable a Rusia”.
“El presidente Putin ha elegido una guerra premeditada que traerá una pérdida catastrófica de vidas y sufrimiento humano”, remarcó Biden, que se reunirá virtualmente con los líderes del G7 el jueves.
El jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, denunció el “ataque irresponsable y no provocado (…) que pone en riesgo incontables vidas civiles”.
Y el responsable de la diplomacia europea, Josep Borrell, advirtió que “Rusia se enfrentará a un aislamiento sin precedentes” y prometió “el más robusto y más severo paquete de sanciones que jamás hayamos adoptado”.
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, aseguró que era “el día más triste” de su mandato.
Muy cauta, China, aliada de Moscú, dijo que “comprende las preocupaciones razonables de Rusia en materia de seguridad”.
Tormenta en los mercados
La situación en la frontera ucraniana empeoró la semana pasada, con un aumento de la violencia en el este del país, escenario de una guerra desde 2014 entre el ejército ucraniano y los separatistas prorrusos que ha dejado más de 14 mil muertos.
El lunes, tras reconocer la independencia de las “repúblicas” separatistas de Donetsk y Lugansk, Putin cuestionó la propia legitimidad de la existencia de Ucrania. Un día más tarde, el Parlamento ruso dio luz verde para el despliegue de fuerzas rusas en Ucrania.
La invasión ha golpeado a los mercados internacionales. El petróleo Brent superó los 100 dólares por barril por primera vez en siete años y las bolsas de todo el mundo cayeron en picado el jueves.
La Bolsa de Moscú, que interrumpió los intercambios durante unas horas, sufrió pérdidas de más del 30 por ciento y la moneda rusa, el rublo, registraba su mínimo histórico frente al dólar antes de la intervención del banco central de Rusia.